lunes, 28 de noviembre de 2016

LA CEBOLLA

Siempre he tenido facilidad para invitar a comer, no así para cocinar, así que le pedí que me ayudara. Me gustó verla llorar mientras picaba cebolla para la ensalada. Lloraba y sonreía a la vez mientras me hablaba, lo cual era desconcertante, aunque también muy sugerente.

lunes, 21 de noviembre de 2016

PREGUNTAS


Empecé a cansarme. Mis pasos se iban haciendo cada vez más cortos y su frecuencia más lenta. Hubiera sido absurdo disimular. Además no tenía por qué hacerlo. Entraba dentro de las posibilidades que un hombre de mi edad, poco dado al deporte y recién salido de un fuerte constipado, se cansara en una caminata por el campo. Y más cuando, para no resultar aburrido, mantenía viva una conversación con una mujer ventitantos años más joven que yo, acostumbrada a aquellos largos paseos, y con unas ganas insaciables de hacer preguntas.

domingo, 20 de noviembre de 2016

LOS HIPERBÓLICOS

―¿Qué te parece? ―me preguntó al rato sin mirarme.
―Parece muy acogedora.
Tal vez esperaba un adjetivo más preciso, o una demostración de admiración más entusiasta, o puede que un despliegue de alabanzas que premiaran su acertada elección. Me pareció correcto no exagerar. De hecho, no suelo hacerlo; siempre he sentido desconfianza de las personas “hiperbólicas”, de esas que la moderación y el término medio no forman parte de su vida y todo lo magnifican con el único fin de simular una sensibilidad de la que carecen...

lunes, 7 de noviembre de 2016

ESPÍRITU DE CONTRADICCIÓN

La médica resultó ser una mujer más habladora de lo que mi aislamiento podría asumir, aunque no me importó. Al revés; lo agradecí, dado que la fiebre no me permitía estar tan lúcido y despierto como para mantener activa una conversación medianamente interesante. Así que la dejé hablar.
La imposibilidad de salir a dar un paseo formó parte de sus recomendaciones. Dijo que era mejor esperar unos días más antes de salir, por mucho sol que hubiera fuera. Por suerte no dijo eso de “a tu edad no conviene arriesgarse a...”. Puede que lo pensara, pero no lo dijo. Si lo hubiera hecho, seguro que, por espíritu de contradicción, me hubiera puesto el abrigo y me hubiera largado a caminar sobre la nieve, aunque con ello me hubiera arriesgado a darle la razón.

domingo, 6 de noviembre de 2016

EL SÍNDROME FOSTER

Aquella mujer tenía el conocido como “síndrome Foster”, que consiste en creer que todos los arquitectos somos como Norman Foster: mediáticos, hipermillonarios, influyentes, glamourosos y casados con mujeres bellas e interesantes, por supuesto apasionadas del arte. Durante la cena me miraba con admiración, queriendo mostrarse atenta y dispuesta a ofrecer su ayuda. He de suponer que esto es lo que sienten las celebridades como Foster, y reconozco que no va conmigo recibir tales atenciones, por parecerme exageradas e indignas. Para neutralizarlas no se me ocurrió otra cosa que sonarme aparatosamente la nariz, humanizando así mi imagen y bajándola de un plumazo del olimpo de los seres absurdamente mitificados.